La Brigada, ¡Vaya lugar…!

No me cabe duda, en Argentina el futbol es una religión y hoy conocí su catedral, se llama “La Brigada” y está en el corazón de Buenos Aires, casi perdido entre las callejuelas de la ciudad está el mejor restaurant futbolero en el que he tenido el placer de estar”.
Más de mil 500 playeras de futbol de todos los equipos del mundo, muchas firmadas por “príncipes” del futbol como Raúl, del Real Madrid, Messi, Valdano, y muchos más que han hecho su aporte a este bello deporte que algunos hacen arte.
Las playeras colgadas de los muros, las bufandas clavadas al techo, las fotos autografiadas, el tango sonando a fondo y el futbol por bandera.
Aquí cenan y comen los más grandes jugadores de Argentina, el trato es excepcional y la comida de lujo, pero lo mejor es el sabor de sus recuerdos, lo que Hugo -su propietario- cuenta en las anécdotas que se refuerzas con la firma estampada de los cientos de futbolistas que han pasado por su lugar un sitio excepcional.
Y en medio de toda esa desbordante pasarela de playeras, fotos y bufandas, Hay un lugar especial, un nicho, un sitio específico para quien ha hecho del fútbol un arte: Diego Armando Maradona, el único que tiene un sitio particular, con un poster firmado y un nicho que es prácticamente ex profeso para el culto al Diez.
Al filo de la madrugada se abren los misterios de este lugar, las entrañas a donde solo acceden los privilegiados, a menos de media luz está la cava, un sótano repleto de tintos y donde Hugo solo accede a su exclusiva clientela, entre ellos Serrat y Sabiana o Sabio que antier selló su pase al Atlético de Madrid apenas dos días atrás.
Hugo no tiene apellidos es como un capo a la argentina, con la confianza de todos los futbolistas de este país que buscan un sitio donde pasarla bien y sin el temor de que les peguen un tiro.

Mi Buenos Aires querido

Dicen que no es tan distinto al DF, salvo que los “viene, viene”, los vende chicles y los limpia parabrisas no son chaparrtitos y morenos, pero eso si la inseguridad está a tope, incluso los escándalos deportivos pertenecen a las páginas policiacas, aunque en este caso no sea un famoso el que recibió el tiro.
En la antepasada jornada del fútbol argentino un hincha de tan solo 14 años del equipo News Old Boy, recibió un balazo, producido al calor de una riña con su propia hinchada, antier el muchacho dejó de existir, la liga no se detuvo como si esto fuera parte de lo cotidiano en un futbol donde la violencia forma parte del paisaje desde hace muchos años.
Otra nota mas habla de un boxeador que ebrio produjo un choque donde murió una mujer, otra más de que “los sin techo” como llaman en Argentina a los vagabundos han crecido en los últimos años en un 20 por ciento y también se destaca que los bares no respetan los horarios limite para la venta del alcohol, ¿Dónde he oído eso?.
En donde si somos absolutamente diferentes es en la economía, aún lloro al recodar como mis pesos se transformaron en un unos cuantos dólares y más y tarde en unos fortalecidos pesos argentinos, que tienen la paridad a cerca de cuatro pesos, ¡he!, lo que se logra sin corrupción.
De fútbol ya hablaremos en los próximos días, tanto en este espacio impreso como a través de nuestro portal de internet, que finalmente lo que acá nos trajo es el fútbol y con ello la presentación de Monarcas Morelia en la Copa Libertadores de América frente al Banfield, actual campeón de Argentina.
Al momento de leer estas líneas amable lector, espero haber llegado sin sobresaltos a Buenos Aires en un amanecer de lunes luego de un viaje con escala de dos horas en Lima, Perú, y una plena pre disposición de disfrutar este viaje a una tierra donde el fútbol es religión.
En este periplo periodístico me ha tocado en suerte la compañía de Guillermo Portilllo, que desde hace una semana nada como loquito preocupado por que los fierros no fallen para poder transmitir a radio, José Luis García que ha prometido no portarse como abuelito como lo hizo en el draft anterior, Eus Vázquez que antes de subirse al avión se empujó dos whiskies, dice que para el valor yel “pollito” que apostó, cuando menos de entrada, por el café; de mi luego les cuento, desde Mi Buenos Aires Querido.